Viernes 25 de Marzo de 2011

Hacia el Bicentenario con posible dictador

Tomada de Google.com

Por Fabio Mendoza
La Reforma

Cuando en su 35ª reunión la UNESCO decidió celebrar el bicentenario de los procesos de independencia de los países de América Latina y el Caribe, jamás imaginó que algunas de las democracias nacientes en este continente se convirtieran en Estados de hecho.

Esta celebración marca un hito en la historias de nuestros pueblos que se construyen bajo la base de los ideales y valores democráticos de paz, justicia, igualdad y solidaridad, y se fundamentan en el respeto de los derechos humanos, en las libertades fundamentales y en el Estado de Derecho. Sin embargo, en una democracia como la nicaragüense, tan trastocada por la sed de poder, no tiene nada que celebrar.

Quien haya apostado que en nuestro país la reelección era cuestión del pasado debe hacerse de la idea que nuestra historia no fluye hacia delante, sino de retrospectiva. A pesar de que el deseo de construir un estado soberano fue el motor que impulsó nuestra independencia, podríamos decir que no hemos alcanzado del todo este ideal.

Aunque en Nicaragua han existido grandes pensadores que reformaron nuestra forma de vivir, como José Santos Zelaya, a quien se le conoce por separar el estado de la iglesia, también existen demagogos como Ortega, quien pasará a la historia como un dictador, pues si bien, aún no gana las elecciones de 2011, el sólo hecho de que se postule como candidato es un indicativo de que tiene la disposición de alinear todos los poderes del Estado hacia su “dicta blanda”.

Si un nicaragüense, con un pensamiento libre de fanatismo, interioriza los valores que formaron nuestra independencia y sucesivamente, nuestro Estado, se dará cuenta que el azul y blanco por el que ha luchado no representa la identidad del pueblo, sino la voluntad de un tirano. 

No se puede perder el valor de la constitución, es como si el país perdiera el alma, y eso materializará una celebración del bicentenario roja y negra, carente de la dignidad de nuestro pueblo. 

La conmemoración del Bicentenario de los pueblos centroamericanos puede ser el hilo conductor a lo largo de la próxima década que impulse el deseo de lograr una nueva generación de ciudadanos cultos y libres, que transformen las formas de vivir y abra nuevas perspectivas para la igualdad de todas las personas.